martes, 3 de agosto de 2021

Los 4 Evangelistas

Los 4 Evangelistas 

    Forman parte del Nuevo Testamento y pertenecen al canon de las Escrituras. Es casi seguro que los evangelios de Lucas y Marcos se publicaron en los años 62-66 inmediatamente antes de la ruina de la nación judía anunciada por Jesús. El de Mateo es un poco posterior: en los años 80. El de Juan, el más tardío, fue publicado después de la muerte de su autor, en los años 95-100.

        Mateo

    Este Evangelio está destinado a los nuevos cristianos de origen judío. Parece estar datado en los años 80 y habría sido redactado en Jordania o en Siria. El autor es manifiestamente un judío impregnado de cultura bíblica que ha llegado a ser cristiano. Escribe, con numerosas referencias al Antiguo Testamento, para judíos que han elegido seguir el camino de Jesús. En su texto aparecen las tensiones entre judíos, sobre todo respecto a los que han abandonado su universo judío para reconocerse en Cristo. Mateo, preocupado por señalar la continuidad entre estas comunidades, comienza su testimonio con una genealogía que presenta a Jesús como el descendiente de David. A lo largo de numerosas referencias a la Escritura, presenta a Jesús como un nuevo Moisés, que interpreta y lleva la Ley a su raíz. El autor hace entender que extraños a su pueblo reconocerán a Jesús. Explica que la Ley judía se convierte en una ley interior, que consiste esencialmente en amar al prójimo.

        Marcos

    Su Evangelio, el más breve de los cuatro, es el más antiguo, redactado entre los años 65-70, probablemente en Roma. Según algunas tradiciones, Marcos habría sido discípulo de Pedro. El libro está destinado a un público, quizás romano, sacudido por las persecuciones de Nerón y que conocía mal el judaísmo palestino. Marcos cita poco la Biblia, y explica las palabras y los usos judíos. Su escritura griega es popular, fácilmente accesible, llena de vida. Presenta un Jesús libre, que rechaza ser el Mesías político y real que los judíos esperaban. Está abierto a los no judíos. En su texto, es el centurión romano, es decir, un extraño al mundo judío el que da la clave final: «Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios». En el centro del Evangelio, la cruz. Todo lector comprende así que también él debe correr ese riesgo.

         Lucas

    La tradición hace de Lucas un compañero de Pablo. Su Evangelio habría sido escrito hacia el año 85, en Antioquía, después de la ruina de Jerusalén y de la destrucción del Templo en el año 70. La escritura parece ser la de un hombre de cultura griega, que se dirige a comunidades griegas anteriormente paganas, lejos del judaísmo. Su segundo libro se titula Hechos de los Apóstoles y forma igualmente parte del Nuevo Testamento. Estos dos libros constituyen la primera historia del cristianismo, comenzando con el nacimiento de Jesús hasta la llegada de Pablo a Roma, sesenta años más tarde. Lucas incluye algunos episodios ausentes en los otros Evangelios, como, por ejemplo, el del Buen Samaritano. Insiste en el hecho de que la Buena Nueva no está reservada a los judíos.

        Juan

    Este texto, muy diferente de los otros tres evangelios, parece ser el resultado de una larga elaboración literaria, que desemboca hacia el año 90, probablemente en la región de Éfeso, en la Turquía actual. Se dirige a un público apasionado de filosofía griega. Es una obra meditativa, que relata pocos acontecimientos. Juan insiste en la relación estrecha que une Jesús a Dios. Su texto es el único que relata las bodas de Caná, el encuentro con la Samaritana, el lavatorio de los pies. Se presenta a Jesús como el Verbo, la Palabra de Dios. Juan insiste en la dimensión simbólica de los acontecimientos, de los signos que relata, que cada uno debe reconocer.

        Símbolos de los Evangelistas 

    El león representa a Marcos porque su Evangelio comienza hablando de San Juan Bautista, que clama en el desierto. Su voz es como la del león, un animal fuerte y noble, como lo será Jesús. El toro es Lucas porque empieza hablando del sacrificio de Zacarías a Dios y el toro es el símbolo del sacrificio, el deseo de una vida espiritual que permite al hombre triunfar por encima de las pasiones animales y obtener la paz. El águila simboliza a Juan porque esta ave se considerada un animal sabio y clarividente, que cuando vuela mira directamente al sol, y el Evangelio de Juan es más abstracto y teológico que los demás. Finalmente, el ángel es Mateo, porque es el único que habla de la genealogía de Cristo, el Hijo del Hombre, y además representa el amor divino, enviado por los ángeles (mensajeros de Cristo) a los humano.

 

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